Washington se ha mostrado molesto por el aumento de la inversión de Beijing en la nación centroamericana, que tiene una ubicación estratégica en la encrucijada entre el Atlántico y el Pacífico y entre América del Norte y del Sur.
La construcción del cuarto puente sobre el Canal de Panamá, una importante ruta de navegación mundial, ha sido objeto de controversia debido a que será construido por China, mientras que los tres puentes anteriores fueron construidos por empresas estadounidenses y europeas. La situación ilustra la lucha de poder entre el antiguo protectorado de Panamá, Estados Unidos, y el poder emergente de China.
En 2017, Panamá cambió su lealtad diplomática de Taiwán a China y esto fue seguido por una serie de proyectos respaldados por China, incluyendo una terminal de cruceros, una línea ferroviaria de alta velocidad a Costa Rica, un centro de convenciones, el cuarto puente y un nuevo edificio de la embajada china. Sin embargo, algunos de estos proyectos se han retrasado o abandonado debido a presiones políticas y a un cambio de presidente en Panamá.
El embajador de China en Panamá, Wei Qiang, está molesto por la oposición de Estados Unidos a los proyectos chinos en el país. Él no comprende por qué la única superpotencia del mundo tiene tanta paranoia al respecto y compara la situación con la histeria de la Guerra Fría, llamándolo un nuevo macartismo.
Mientras tanto, el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, insiste en que no ha habido presión diplomática por parte de Estados Unidos. Sin embargo, Rita Vásquez, directora editorial del diario La Prensa, cree que el gobierno actual ha reducido sus lazos con China, como se evidencia en la detención del proyecto de tren de alta velocidad a Costa Rica desde que asumió el poder.
Durante el siglo XX, Panamá fue una de las principales prioridades de Estados Unidos, que ayudó al país a separarse de Colombia a cambio de la propiedad de una franja de tierra para construir y operar el canal de navegación, así como bases aéreas y navales importantes. La presencia estadounidense en el país duró hasta 1999. Mientras tanto, Panamá ha estado intentando construir relaciones con China durante décadas, pero el proceso ha sido difícil debido a la oposición estadounidense.
En 1979, cuando el entonces presidente panameño, Aristides Royo, inició conversaciones con China sobre el reconocimiento diplomático, el presidente estadounidense Jimmy Carter lo llamó por teléfono y le rogó que no siguiera adelante con el proceso.
Durante este siglo, Estados Unidos ha prestado menos atención a Panamá, lo que ha provocado frustración y decepción en los líderes panameños. A pesar de ser un aliado de Washington, el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, también está descontento por la falta de acción y cumplimiento de promesas por parte de Estados Unidos en relación a proyectos de desarrollo.
En cambio, China está invirtiendo rápidamente en el país, con la delegación más grande de empresas en la feria comercial de Panamá este año y la construcción de una nueva embajada china en unos meses. Los panameños están contentos con la inversión, pero están preocupados por mantener su neutralidad. La embajadora de Estados Unidos, Mari Carmen Aponte, afirma que no quiere que Panamá tenga que elegir entre Estados Unidos y China, aunque esto es lo que a menudo parece a los panameños.
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